“Los niños gritaron entonces al crepúsculo desnudo donde
cada voz es refugio de una mirada, donde se clavan las ilusiones perdidas en
las manos de la inocencia y no hay consuelo de luz para un silencio aterrador
que ciega el alma. Hubieran dado su vida por cambiar el rumbo de la historia
con una sola palabra, por enterrar siglos de miseria larvados en los huecos de
la ira. “¡No hablarán las piedras!”- se decían exhaustos unos a otros en
aquella mañana triste. “¡No hablarán las piedras!”.
Delmundo Milà de "Viaje a los confines de la nada".
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