martes, 22 de marzo de 2022

NEOFEUDALISMO de IGUALA

 EEUU quiere que Europa pague su iguala.

En mi calle teníamos un médico que cobraba la iguala. Yo era pequeño y este médico era toda una institución ( tenía varios sueldos fijos y otros variables, una máquina de hacer PIB) ,olía muy bien y vivía en un chalet de película americana con frontón, piscina y jardín de césped, no como mi casa que olía a mierda de vaca, pienso de animales y a colonia barata y aunque era también muy grande, nada comparable al “castillo de nuestro señorito” en el que nos sentíamos como pedigüeños cuando pasaba consulta y nos daba protección.
Le salió un hijo neonazi al liberal galeno, que un día tuvo la visión de recordarnos a sus vecinos- súbditos, que aquella opulencia de la que disfrutaba su estirpe no era fruto del esfuerzo, del trabajo o del conocimiento a la manera más pura de Adam Smith, sino de la legitimidad que otorga la fuerza y el poder por la vía del dinero a los vencedores de una guerra. “Rojos asesinos os mataremos” grafiteó sobre la fachada de mi casa. Fue toda una lección de historia, de economía y de dependencia sanitaria. Entendí que la iguala era el instrumento para poner precio a la dependencia y que aquel supuesto capitalismo liberal en el que estábamos instalados, en realidad era un nuevo Feudalismo en el que los “señoritos” disponían de la vidas, del dinero y de la cultura con la que podíamos imaginar mundos nuevos. De ahí al derecho de pernada sólo había un paso.
En este juego de dependencias que se llama geopolítica, Europa se ha dejado llevar militarmente de EEUU, quien ha ejercido desde la segunda guerra mundial el papel de matón ( 900 bases militares en todo el orbe así lo atestiguan) de un mundo occidental que ha diseñado a su imagen y semejanza, eso sí, con el precio de que todos los demás asumieran el dólar como moneda de reserva mundial y por ende de dominación económica y cultural.
Michael Hudson, economista estadounidense lo refleja en su obra “ Super imperialismo. La estrategia económica del imperio americano” en el que analiza la huida de patrón oro como valor del dinero a partir de 1971 obligando a los bancos centrales extranjeros a mantener sus reservas en bonos del tesoro americano y forzándoles a financiar el gasto militar USA a cambio de un déficit americano en la balanza de pagos, que como país emisor proveedor de dinero, sólo tiene el riesgo de darle a la máquina de hacer billetes, como dijo Paul Krugman, otro economista nobelizado y propagandista “ el dinero es algo que nos debemos a nosotros mismos…” le faltó decir, “y que no pagaremos nunca”.
Cuando el señor feudal deja de hacerse cargo de la seguridad y bienestar de sus súbditos y puede venir cualquier otro señor a “comerle las tostadas” es cuando empieza el sistema de dependencias a resquebrajarse. Resulta que en este juego de dependencias, la necesidad de aprovisionarse de recursos escasos (gas y petróleo) ha soliviantado los mismos cimientos de un orden de las cosas que parecía haber llegado al no va más y que como sabemos es un juego de amiguetes que se reparten el pastel de las ganancias, y nunca asumen las pérdidas, incluidas las humanas en los conflictos de verdad. Y en esas que nos encontramos en Europa, de repente, con una realidad que parece “morder "y creíamos encerrada en la caja de la guerra fría que enterramos con la caída del muro de Berlín.
Los estados han sido sobrepasados por corporaciones industriales militares o productivas cuyos activos son mayores que el PIB de la inmensa mayoría de estados y en esencia ponen y quitan gobernantes, eso sí, en nombre de la democracia ,de la historia o del sacrosanto crecimiento económico que nos proveerá de bienestar y trabajo infinito. Putin y su grupo de oligarcas afines, Biden y el complejo industrial militar (antes fue Trump y volverá a serlo según todos los indicios). Es curioso como occidente impone sanciones a Rusia con el arma de destrucción masiva del SWIFT que a buen seguro no será capaz de implementar porque es como pegarse un tiro en el pie.
Xi Yin Pin, el chino, es el nuevo galán tapado que entra a escena ( los americanos por error lo dejaron entrar en la organización mundial del comercio y ya se sabe, te dan la mano y acabas cogiéndote el brazo de la reclamación territorial de Taiwán) añadiendo trama nueva a la novela histórica que nos está llevando por los derroteros bélicos de siempre y en la que lo importante es hacer creer que el tema principal va de verdades históricas. La única verdad inmutable es que la historia la escriben los ganadores, que las guerras de divisas acaban siendo guerras comerciales y luego guerras de verdad y que no hay consumo infinito para todos, precisamente porque la tierra es finita y aún no hemos sido capaces de abandonarla a su suerte.
A todas estas EEUU, previniendo la posibilidad de que ese nuevo actor amarillo se coma toda la tostada, ha pasado al cobro la iguala de la OTAN a una Europa que depende energéticamente de los recursos de quien más muerde en esta nueva realidad del siglo XXI.

Delmundo Milá, es escritor.

Al otro lado.

A veces miro en lo más hondo de mis adentros, le doy la vuelta a los ojos, atravieso la antesala del pensamiento y persigo las ideas en una carrera alocada por mi sistema nervioso. Un intrincado compendio de callejones vacíos, de nodos alborotados y todo bajo un cielo redondo que cualquiera diría que es la más bella cúpula craneal del universo.

Cansado de buscar el tiempo por las vueltas de mi cerebelo, me abalanzo sobre una nube

de materia gris muy antigua que rige los destinos de mi movimiento.

 - “¿Dónde vas tan deprisa, muchacho?”

 - “Al hipotálamo – le digo-, donde están mis principios.

 -” Allí sólo entra la memoria en un día bueno y sale la conciencia en un día malo”, no vayas descalzo.

Pero yo soy etéreo, -pienso- yo no deambulo solitario por las afueras del sentimiento, mendigando principios simples y finales complejos. Yo soy feliz viendo volar los pájaros. Mis pájaros. Golondrinas. Aviones. Vencejos. Una bandada de garzas blancas surcando este mundo ciego.

Así que vuelvo cada noche, en esta epidemia de silencio, a mirar tumbado la luna desde el otro lado del sueño.

                     ( de “Poesía del silencio”. D. Milà 2020)