miércoles, 25 de abril de 2012


De qué le vale al hombre arrancarse los ojos, borrar los labios y perder la palabra. Dibuja cuanto eres en un gesto, mira sin mirar la luz  que te llama, nombra las cosas tan despacio como puedas y vive el tiempo como si fuera esencia de agua.

Y si te rompen los adentros en un golpe seco de ira desatada, y te sangran la memoria y te revientan el alma , entona entonces este poema y desgarra los versos con el filo desnudo de tus lágrimas.

Y aprenderás de la dignidad si se llevan la esperanza. Guardarás la risa si te roban la palabra. Y aunque nunca olvidarás al otro, después de todo, ama, ama, ama, como si te fuera en ello la última mañana.

(De "Poesía de los pueblos del agua". D. Milà, 2011)

viernes, 13 de abril de 2012


2. "Desconsuelo"

Se había desatado la ira pero el desencanto venía de lejos. Venía de las heridas abiertas por lenguas extrañas que se revelaban contra el olvido y la desmemoria como fantasmas de un alfabeto muerto. De nada sirvieron escritos que concienzudamente se fueron depositando en las grietas de los muros, ni pilares de plomo inciso moldeados en la fragua de la magia, ni acaso voces negras que clamaban justicia en el desierto. El secreto desvelado de los viejos libros no hubiera levantado los cuerpos sedientos que yacían por la geografía del fracaso, tampoco lo habría hecho la razón descarnada. Era todo lo mismo. Daba todo igual en la cadena de desconsuelo que se había instalado en el sentimiento de las gentes.

miércoles, 11 de abril de 2012


... Cómo decir que la conciencia es una lluvia que cae de madrugada. Una suerte de lágrimas para un mar de sueños líquidos y noches claras, para una aurora verdeazul inmensa de besos y algas.


(De "Poesía de los pueblos del agua" D. Milà, 2011)
1. "La crisis"

Hubo un tiempo que convinieron en llamar "la crisis" (como si la crisis fuera un virus desnudo que asoma repentinamente su exoesqueleto de realidad). Palabra griega que como tantas otras se acomoda a los hechos con distinta suerte que origen, en un doble nacimiento. Las palabras no debieran nacer dos veces. Pudo ser a finales del segundo milenio, en esta convención antigua de segregar las cosas, cuando los hombres se sucedían unos a otros inmersos en un engranaje dentado de angustias, de sinrazones, de días envueltos en grasa ocre por el artilugio de la vida que giraba hacia un punto imaginario que llamaron felicidad.
Los menos, escapaban de esta esclavitud a duras penas no sin pagar un alto precio por la osadía de lo que era uso, costumbre y aún creencia de los muchos en suponer que tal abandono conducía a un estado de la nada llamado libertad, tan peligroso.
Se trataba de vencer al tiempo. Un ente de sustancia etérea incapaz de ser descrito por las palabras. Éstas se significaban unas a otras ya que solas carecían de sentido. Para usarlas como armas arrojadizas se levantaron torres gigantescas de ideas hasta los mismos muros que se creía bordeaban los límites de felicidad, (un estado cada vez más pequeño según las últimas mediciones realizadas al efecto), donde a menudo se refugiaba el tiempo.
Pocas veces se dejaba al azar el más mínimo detalle y cuando pasaba el resultado era fecundo.Se atribuía el suceso a cierto benefactor ultraterreno afecto al espejo de la verdad. Y la pregunta iba de boca en boca llenando el vacío cotidiano que deja el miedo sin respuesta. "¿Hasta cuando?".