lunes, 2 de diciembre de 2013

 
                                          Lao Cai
            
Dicen que Lao Cai no supo cómo dejar su conciencia tranquila después de preferir su fortuna a su amor y aún siendo joven asistió al entierro de su amada. Así que después de que el último convidado abandonó aquel campo, se arrodilló solo sin lágrimas ante el montículo de tierra, agarró con su mano la raíz seca de un cerezo y surcó el suelo con su punta en un movimiento recto.
Dicen que volvió varios días seguidos y que cada uno de ellos volvió a horadar la tierra con un surco nuevo, uno junto al otro, con el mismo trozo de raíz seca de un cerezo. Así lo hizo un día tras otro, hasta que no tuvo fuerza el viento para borrar con su lengua aquel campo sembrado de gestos.
Y pasaron las nubes blancas llenando el suelo de alimento, y construyeron los pájaros nidos sobre aquella tierra donde Lao Cai dejó escrito un mensaje en el tiempo. Así se sucedieron los días, uno tras de otro, como pasan las nubes blancas y se colmatan de tierra los sueños.

(De "Poesía de los pueblos del agua". D.Milà )

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