miércoles, 31 de marzo de 2021


Y yo no olvido.

Me he despertado en la noche. Cuando el silencio no descansa ni dormido. He tenido un sueño descorazonador como tantas veces, como si me hablaran los muertos de asco en las cunetas de la historia y los muertos de futuro en las cárceles del hambre.
He visto a los míos cruzando al exilio por las playas de la muerte, rendidos al odio de una espada manchada de sangre, de la sangre de los míos, de la tinta que alimenta sus nombres. Y no olvido.
Y allí estaban, esperando al cacique de turno, al reyezuelo miserable, al dictador de un dictado en el que no existe la palabra libertad, ni la palabra vida, porque se la comieron a dentelladas en los versos frescos de sílabas valientes.
Y digo que iban los verdugos borrachos de sangre sobre un altar de libros manchados y me habla Federico y me habla Miguel Hernández y me habla Antonio y me hablan los míos, Jaime, Vicente, Carmen y un batallón de míos y un ejército de míos diciéndome que no olvide. Y no olvido.
Y me hablan al oído los míos y me susurran que acaso el agua se lleve la memoria de un golpe. Y me dicen que nunca deje de recordar ese sueño y que escriba en la arena, cada día, todos los nombres. Los nombres de los míos. Federico. Antonio. Miguel Hernández. Y Vicente y Jaime y Carmen y un batallón de míos y un ejército de míos en la playa, esperando cada noche.

Y yo no olvido y escribo sus nombres.

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