jueves, 5 de diciembre de 2024

Recital- Presentació llibre a Argentona. Col.laboració fila zero acte "ReSuena".

El quinze de desembre a Argentona ( El Maresme). Recital, veu la meua i guitarra la de Pere Soto. La venda dels llibres anirà destinada a la fila zero del acte "ReSuena" a celebrar al Teatre "Montecarlo" de Bunyol i col.laborant amb la recaptació de fons per a les Agrupacions Musicals Valencianes afectades per la DANA. A la mateixa hora a Bunyol i a Argentona es llegirà el poema compost especialment per aquest acte: "D'Aquell octubre trencat". Ningú va veure venir el desànim, ni la pluja, ni els núvols, ni els ocells. Ni tan sols el vent va poder, ni les pedres, ni els murs, ni els cels, Ni els homes van poder veure-ho, ni la terra, ni el fang, ni la pols seca. Ni el crit esquinçat dels gossos, ni el clàxon embogit d'un cotxe, ni les altes campanes del campanar, ni l'eco sord d'un comerç, ni el plor ofegat dels xiquets. Ningú va poder escoltar-ho. Ningú va poder callar el riu, només una marea voluntària va poder travessar els ponts blancs, solcar els carrers estirats sobre un mantell d'oblit. Ni polítics, ni princeses, ni cabdills. Ningú va poder veure-ho, ni sentir-ho, ni callar-ho, ni l'ànima desesperançada d'un poble, ni els dies d'aquell octubre trencat. Delmundo Milà

De aquel octubre roto.

Nadie vió venir el desaliento,
ni la lluvia, ni las nubes, ni los pájaros.
Ni siquiera el viento pudo,
ni las piedras, ni los muros, ni los cielos, 
Ni los hombres pudieron verlo,
ni la tierra, ni el barro, ni el polvo seco.

Ni el grito desgarrado de los perros,
ni el claxon enloquecido de un auto,
ni las altas campanas del campanario,
ni el eco sordo de un comercio,
ni el llanto ahogado de los niños,
Nadie pudo escucharlo.

Nadie pudo callar al río,
sólo una marea voluntaria pudo
atravesar los puentes blancos,
surcar las calles acostadas 
sobre un manto de olvido.
Ni políticos, ni princesas, ni caudillos,

Nadie pudo verlo,
ni oirlo, 
ni callarlo,
ni el alma desesperanzada 
de un pueblo,
Ni los días de aquel octubre roto.

                                     Delmundo Milà. 


( Poema escrito para el concierto solidario en el Teatro Montecarlo. Buñol 15 de diciembre de 2024 )











domingo, 1 de diciembre de 2024

Sueños húmedos.

Como todavía somos reos de nuestro esquema de valores lógicos y la Inteligencia Artificial sólamente reproduce, como un papagayo atacado por una epidemia de olvido, una misma cantinela de proposiciones ya oídas, reproduciré una inédita conversación que mantuvieron allá por los años ochenta del siglo pasado el espléndido e irónico cocinero Eduardo Ferrús, dueño del restaurante de nombre tropical "Bananas" y mi padre Milà ( ya fallecidos), sentados sobre la baranda que colgaba unos metros por encima de la "Balsa del Partior", ahora aparcamiento subterráneo y Plaza 5 de Marzo, que por cierto, rinde memoria a la lucha ambientalista que enfrentó a dos pueblos contra la instalación de un macrovertedero que yace sobre una cubeta tectónica, ( en el paraje de la Matrona, Dos Aguas) a mayor gloria de los intereses económicos de quienes ven en los residuos urbanos el "oro negro" del crecimiento económico, sin pensar que un día una Gran Basurada pudiera cubrir la huerta valenciana de plástico añejo.
 Nuestro frondoso valle es como un fiordo en seco sin abetos por donde discurren las aguas que descienden enfurecidas desde las últimas estribaciones de la Sierra de Malacara, cuando llueve, después de sortear barrancadas agrestes  y llegar a un mar Mediterráneo que se vislumbra desde lo alto de la Playa Fósil de Carcalín ( tan abandonada y tan bonita).
- ¿Has pensado Milà que si sube el Nivel
 del mar estaremos en primera linea de playa?- espetó el cocinero mirándose la punta de los pies suspendidos sobre la Balsa del Partior.
- ¡Entonces Buñol será la California de Europa Eduardo!" .Tú ya no le pondrás cervezas al Cristalero y yo no venderé más pienso de conejos. La Cueva Turche será una cala llena de turistas. El Porselanero venderá sombrillas y tú y yo pescaremos cangrejos.
- ¡Que vaina más gorda Milà!. ( con una sonrisa de resignación).
( Angelines, la mujer de Eduardo, desde la puerta del bar) - ¡ Déjate de charrar y ponle una cerveza al Cristalero que lleva media hora pensando en tí. Está seco!.
Las últimas décadas del siglo veinte llenaron las costas españolas de cemento y especulación, de turismo masificado y enriquecimiento de unos pocos a costa de los sueños húmedos de unos muchos que mendigaban puestos de trabajo y un porvenir de insomnios hipotecados de 70 metros cuadrados, a la "voreta" de cualquier rambla seca. Un sueño americano forjado en el azar de las quinielas y la lotería de navidad como principio ( que siempre le tocaba a cualquier Fabra de Castellón como final).
Aquí, por estas tierras del interior valenciano, con sueños más secos, no vinieron los turistas masificados aunque éramos felices comiéndonos un "mojete estercolaico" ( de morcilla) en la casica de monte, o cuando nos bañábamos en la "Balsa del Hombre sin Cabesa" sin bañador y nos apedreaba cualquier madre pudorosa que no entendía la reivindicación del recien creado " Grupo nudista El Pardalet". 
Nos vestíamos de progreso y pantalones Lois, teníamos polvo incrustado en la pátina del alma, los tejados sin nieve y los ríos contaminados a más no poder, "el pito del Gurugú" y el "Economato" de Papeleros, el trapatxo y el tarquín, pero éramos residualmente felices sobre el esplendor de la mierda. 
Los sueños son residuos de la memoria en el proceso de construcción de nuestra realidad. El subproducto del día a día. El deshecho de la cotidianeidad. Como en "Los Caprichos" de Goya un no espacio sin tiempo en el que somos protagonistas, casi siempre, de la fantasía de una razón dormida que produce monstruos. 
Y los monstruos, a veces, golpean con rabia y mareas líquidas está realidad compartida que habitamos en forma de Gota Fría justiciera. 
Y los sueños descompuestos, secos o húmedos, se colmatan de fango, o dejan al descubierto un paisaje descarnado sin raices, sin turistas que llevarnos a la mesa de estos parajes ahogados. Sólo aquellos que fueron capaces de mirar al pueblo desde lo alto pueden contar la desdicha de aquellos que se llevó el desvarío humano.






martes, 29 de octubre de 2024

En Yátova, donde no existe el olvido.

Cuando la tarde del viernes me dirigía a Yátova para presentar mi último poemario en el viejo lavadero, me asaltaba un río de memoria y vida. Soy una persona con una visión comarcal del territorio que amo y pueblo hasta perder el norte, una red espacial que he ido tejiendo involuntariamente y que, de vez en cuando, me atrapa con el arrebato preciso de la palabra. Las palabras son así: piedras de memoria colectiva con las que construímos nuestros relatos como seres humanos, lavamos en los ríos de la vida y las volvemos a rodar hechas verbo en un movimiento circular no sé si uniformemente acelerado. Hasta que alguien las recupere de nuevo, les de el sentido justo en ese bello entramado de átomos y deseo, comparta estructuras que hablen de los suyos y de su futuro-pasado. Escribir es mantener el tiempo ordenado, al menos un momento. Construir memoria es el viejo lavadero, donde no existe el olvido, entre libros, con la corneta de un alguacil pregonando el vacio, la nada, los plomos íberos del Pico de los Ajos. Un viaje a los confines de una geografía comarcal que siempre huele a viernes lluvioso. Es Yátova, es veintinco de octubre de 2024, en esta biblioteca que antes fue lavadero y antes fue antes de dos mil antes y tantos antes... Alguien me dijo, quizás una pareja de extraños tan míos, que no hay mayor felicidad que compartir el tiempo vivido, no sé si uniformemente acelerado por estos espacios que tanto quiero. Delmundo Milà.
Marisa Hernandez Zahonero presentándome al público.
Pepa Gimeno, concejala de cultura de Yátova, presentando una edición más del programa "Otoño cultural", todo un referente comarcal de cultura.
SAX-Addict, Jose Antonio Tello, interpretando al saxo.
El público, a quienes agradezco su presencia y para quienes escribo.
Momento de dedicar el libro. Gracias por escucharme.

domingo, 15 de septiembre de 2024

Pintadas que te marcan.

Cuando las pintadas son arrojadas en la pared oportuna te arrebatan la conciencia de un tajo y ya no eres la misma.Las pintadas son profecías postmodernas en una galería de olvido y marginación. Por eso me atraen, me llegan a lo más hondo de mi entendimiento y socavan estructuras que parecían inmutables en este despropósito moral que padecemos (quienes no creemos en nada). Nada que nos ate a una realidad ficticia, casi casi diseñada para jodernos la vida a los mismos. Uno de esos ejemplos anónimos de literatura de base se hizo presente en una de las paredes de mi juventud. En la avenida Beltrán Báguena de Buñol, encima del abrevadero para caballerías en el que los más cagamandurrios bebíamos a morro, allí estaba la pintada, de un blanco roto, fijando la atención del conductor que no tenía más remedio que dirigir la mirada hacia la pregunta inquisitiva: "La OTAN nos defiende. Pero ¿quién nos defiende de los que nos defienden?". Eran tiempos de cambio en este estado fallido desde la edad moderna que llamamos España , que es tanto como decir "El cortijo de unos pocos por la gracia de dios y sus enviados a impartir justicia terrenal". Este pedazo de tierra que compartimos a desgana quienes no somos capaces de escuchar el "A por ellos" sin sentir cierto asco por ese engaño colectivo de cambio que nunca llegó. Quien llegó fue la OTAN, una estructura militar al servicio de una oligarquía belicista anglosajona que puso dictadorzuelos en esta piel de toro lanceado y maltratado, a mayor gloria de unos militares comprados por un puñado de dólares (Franco) y reyezuchos borbónicos que se enriquecieron a cambio de promesas de democracia y libertad para un supuesto pueblo, cultivado en los jardines del olvido y el analfabetismo mäs interesado. La OTAN nos defiende, pero ¿ quién nos defiende de los que nos defienden?, cantábamos alegremente la muchachada frente al consulado de USA en Valencia. En el autobús de vuelta al pueblo repetíamos la consigna: "-¿Que cómo se llama el cerdo?"-(preguntaba una voz) y todos contestábamos, -"¡El cerdo se llama Reagan!" ( Ota vez la voz) -"¿Y el cerdito?"- Esta vez teníamos que responder "Felipito", pero yo cambié el guión y dije "El general Casado" cosa que no sentó muy bien entre los ediles municipales que unos meses antes habían nombrado, a ese General franquista de la guardia civil, hijo adoptivo del pueblo. Hace unos días, escuchando un podcast antibelicista, recordaba esa pintada nostálgicamente y su advertencia." La OTAN, -decía en el podcast un general alemán retirado-, es la causante del 95 por ciento de todos los conflictos bélicos del mundo desde la guerra fría". La Otan nos defiende, pero, ¿quién nos defiende de los que nos defienden?.

domingo, 8 de septiembre de 2024

El simulacro de estos tiempos amargos.

Siempre me he preguntado porqué las guerras tienen normas, tratados, tribunales que las encuadran en lo factible,cómo deben de desarrollarse para estar dentro de unos cánones de muerte, si sólo se trata de inexistencializar al otro, de matarlo,de sacarle las tripas y los ojos, de evaporar su polvo por las cloacas de la historia. Un borrar la memoria del que nunca haya existido. Que dejen a las guerras seguir su curso y podamos ver de verdad el horror humano. Entonces no mentirán los periódicos , ni la propaganda oficial tendrá cuajo para simular una realidad edulcorada en las pantallas de un centro comercial, ni será tan terrible justificar la verdad en nombre del progreso. Lo que siempre ha molestado es la presencia del otro, la risa que subyace a la vida, la mirada inocente de un niño que no entiende de horrores religiosos, ni geoeconómicos, ni mediáticos, ni quién tiene más grande el libro. Vivimos en un simulacro de casi todo, como aquel mapa ficticio de la historia de Silvia y Bruno de Lewis Carroll, que tenía una escala de una "milla por milla" y uno de los personajes advierte "ahora usamos el pais mismo como su propio mapa". Sólo vemos la muerte cuando nos acontece a nosotros mismos, cuando la vemos venir de cerca con la guadaña para cercenarnos de un tajo y a veces ni eso.
Andamos engañando al tiempo con un futuro pasado, al espacio con fronteras que no existen, a la misma historia que nunca nos han contado, porque la guardan celosamente en un lenguaje extraño, indescifrado sin relatos interesados. Ésos que no quieren que sepas que, sin la inocencia de los niños, no gira el mundo que nos da sustento.