lunes, 23 de diciembre de 2013


"Las ciudades se amontonaban entonces en la geometría vacía del agua. Nadie andaba solo por las montañas descarnadas de los uigures, por los valles yermos de Karelia. Era lo mismo en la bahia de Halong que al borde de la isla de Socotra. No servían las imágenes desnudas de un olivo que proferían a chorros peregrinos venidos de tierra santa. La desesperación mudaba la piel como una serpiente plateada."

                                           de "Viaje a los confines de la nada". D.Milà  

martes, 17 de diciembre de 2013



Este año no vinieron los pajaros,
vino el aire y se llevó las hojas,
vino la grafiosis y se llevó los olmos,
vino la lluvia y arrastró la tierra,
vino el sol y abrasó sus manos.
Luego vinieron las fábricas y
un gris de plomo anegó los campos.
Ahora no hay niños llorando,
no tenemos semillas,
no hay escuelas abiertas,
nadie entona el canto...
Sólo un gris de plomo tenemos
y un silencio amargo,
muy amargo.

De "Poesía de los pueblos del agua".



"Y los hombres llevaban máscaras de oro y guantes de seda negra para asir con sus manos la desdicha de una tierra incendiada, para guardar el silencio desnudo en jaulas de hierro al filo de la nada. Y unos pocos, a cara descubierta, jugaban con el hambre a dar saltos de esperanza, hacían piruetas con el humo, vendían de amor las palabras. "
de "Viaje a los confines de la nada". D.Milà

miércoles, 11 de diciembre de 2013


La levedad de las cosas embriagaba el aire de deriva. Como quien hiende a dentelladas los despojos de la derrota, así se alimentaba de cielo la tierra herida, con los restos de la memoria. Y no hubo lugar que no fuera desierto en el vasto imperio de la nada.
                                                                                   de "Viaje a los confines de la nada". D.Milà

sábado, 7 de diciembre de 2013


“Los niños gritaron entonces al crepúsculo desnudo donde cada voz es refugio de una mirada, donde se clavan las ilusiones perdidas en las manos de la inocencia y no hay consuelo de luz para un silencio aterrador que ciega el alma. Hubieran dado su vida por cambiar el rumbo de la historia con una sola palabra, por enterrar siglos de miseria larvados en los huecos de la ira. “¡No hablarán las piedras!”- se decían exhaustos unos a otros en aquella mañana triste. “¡No hablarán las piedras!”.

                                                      Delmundo Milà de "Viaje a los confines de la nada".

viernes, 6 de diciembre de 2013

"Levantamos muros para aislar a los hombres de los hombres, para no sentir el hedor de la miseria ajena rondar el silencio justo. Olvidamos miradas limpias porque no habían ventanas en aquel horizonte cegado. Hicimos de las paredes pizarras y de las plazas patios y saltaron las palabras asustadas de las bocas de los niños y un terrible eco se adentró por los rincones de la conciencia hasta saltar en pedazos los cristales del espejo."

(Delmundo Milà de "Viaje a los confines de la nada")

lunes, 2 de diciembre de 2013

                     Cien mil millones de seres humanos

Según mis cálculos hemos habitado la tierra unos cien mil millones de seres humanos desde el Homo Erectus. Cien mil millones que a su manera han pensado, vivido y amado a otros seres humanos como ellos y todos, todos, han sido necesarios para continuar con esta especie que algún día acabará como han acabado todas las especies, extinguiéndose. Con nosotros se irá nuestra consciencia, nuestras obras, nuestro pensamiento y la vida continuará de cualquier manera en cualquier sitio. A veces es descorazonador pensar que sólo en dos generaciones se pierde la memoria de cada uno de nosotros. Yo recuerdo a mi abuelo pero mi nieto ya no lo recordará a él. Es lo que hay.

                                                                                                                      Delmundo Milà, 2013
 
                                          Lao Cai
            
Dicen que Lao Cai no supo cómo dejar su conciencia tranquila después de preferir su fortuna a su amor y aún siendo joven asistió al entierro de su amada. Así que después de que el último convidado abandonó aquel campo, se arrodilló solo sin lágrimas ante el montículo de tierra, agarró con su mano la raíz seca de un cerezo y surcó el suelo con su punta en un movimiento recto.
Dicen que volvió varios días seguidos y que cada uno de ellos volvió a horadar la tierra con un surco nuevo, uno junto al otro, con el mismo trozo de raíz seca de un cerezo. Así lo hizo un día tras otro, hasta que no tuvo fuerza el viento para borrar con su lengua aquel campo sembrado de gestos.
Y pasaron las nubes blancas llenando el suelo de alimento, y construyeron los pájaros nidos sobre aquella tierra donde Lao Cai dejó escrito un mensaje en el tiempo. Así se sucedieron los días, uno tras de otro, como pasan las nubes blancas y se colmatan de tierra los sueños.

(De "Poesía de los pueblos del agua". D.Milà )