Para Leopoldo María Panero
Me dijeron que tenía que competir con mi hermano no nacido
para beberme el mejor líquido amniótico de la placenta.
Me dijeron que tenía que competir con otros para ganarme el
cielo de los justos, y así hicieron los justos conmigo porque no era el más
justo.
Me dijeron que tenía que alimentar la cadena de montaje de
la vida y producir el arma más bella y salió de mis manos un cuchillo afilado.
Me dijeron que poseyera la hembra más bella y mejor preparada
para traer al mundo el ser más bello y cuando nació no había escuelas.
Me dijeron que estaba en el mejor de los mundos y que más
allá de los muros otros rondaban el sueño de los justos y yo cogí el cuchillo
afilado.
Me dijeron que mi mujer y mi hijo se fueron al alba cuando
acaban los sueños y se derramó el cielo en una gris tormenta.
Me dijeron que siempre estamos solos y ví a otros como yo vagar los días en este
calendario roto.
Me dijeron que no hay consuelo para los cuerpos que nunca
han creído en nada y horadé la tierra con mis manos buscando la nada.
Luego vinieron otros y otros, y otros y otros y a todos les
dijeron lo mismo.
(de “Viaje a los confines de la
nada”. D. Milà)