domingo, 20 de enero de 2019


El paseante y el agua.

El camino no llevaba a ninguna alberca. El agua era sólo una quimera. Hubiera querido quedarse ciego para no ver la desdicha que se anclaba a sus pies. “Todavía puedo moldear el barro” – decía-.
 No era cierto. Nada de lo que tocaba a su paso se convertía en vida. Nada de lo que estuviera dispuesto a admitir como nuevo tenía el tiempo de su lado. Era en vano todo intento. Se quedó quieto para desgajar el silencio con el filo de su aliento. Todo estaba cubierto de miedo en aquella ausencia. Una ilusión enfebrecida con el sudor de sus manos. Un arrebato líquido atravesó la pupila para que el cielo corriera paralelo a sus lágrimas.
Poco a poco se fue cerrando el universo en sus párpados, se fue aplacando la noche de sangre en sus venas. Batía el corazón muy despacio. Se cerraban los poros como en un eclipse de luna. Y pensó con el último impulso de su voluntad ciega beberse el cielo para seguir vivo mirando las estrellas. Para acariciar las piedras que disponían su camino. Para sentir la danza de la vida que se aleja.
Extendió una mano sobre la hierba mojada. Escuchó por última vez el sonido del agua. No era muy viejo. Nadie lo esperaba. 
                                                                       ( de "Viaje a los confines de la nada". Delmundo Milà.)

martes, 25 de septiembre de 2018

Cuando perdimos la ilusión

El mundo se tornó áspero, agrio, envuelto en una bruma fría que descarna el aliento.
Que empuja los huesos al abismo de la nada.
Entonces vagaban los cuerpos solitarios desposeídos de mañanas. Desnutridos de horizontes que se hunden en el sueño de una visión cóncava. 
La furia de la tristeza, el empuje desnortado de las lenguas huecas. La rabia de la razón que huye por las heridas de la tierra.

Aprendimos a jugar sentados, a vivir el silencio desnudo, a rozar los días con las miradas. Un impulso vacio de infancia. Un arrebato de quietud extrema. Un viento sórdido que se lleva la risa.

Imaginamos el futuro en la ausencia, retorcimos las caricias, sentimos vibrar la insignificancia.

Sin fuerzas para dejar escapar las lágrimas.

No supimos contener la ira.

Ahogamos la esperanza.

                                                             ( Delmundo Milà.  de "Viaje a los confines de la nada")


domingo, 8 de julio de 2018

Vino al mundo


Vino al mundo por una contracción del mundo,
cuando las cosas todavía no llevaban nombre y los nombres no existían sino en el lado más remoto de los silencios,
cuando los árboles advertían a las aves de un nuevo albor para las aves y los cielos rojos demoraban los días en espera de viento,
cuando los otros yacían expectantes sobre la cara oculta de la tierra y el deseo dibujaba nubes sin sombras en un espacio infinito.

Vino al mundo por una sucesión de noches que iban cayendo una a una sobre el principio de una saga, sobre el inicio de una cadena que no tenía eslabones donde encerrar la libertad, y poder tensar las esperas para amarrar la memoria.

Vino al mundo por que otros lo llamaron y en la voz todavía clara se arremolinaban las sílabas de un lenguaje incierto.

Vino al mundo para sentirse junto a los otros, que lo amaron sin saber siquiera su nombre en un mundo en el que se batían en fuga la necesidad y las piedras como lenguas de fuego.

Y cuando vino miró su hambre y su cansancio y una lluvia láctea se derramó por sus labios como lluvia de seres que desgajaran su esencia, y la sensación de cuerpos que se rozan uno junto al otro sin apenas tocarse fue el primer contacto.
 Y luego extendió la palma de sus manos y un vértice rugoso le traspasó la piel como sucesión de arrebatos sin movimiento, como un impulso vital para una secuencia aterciopelada e incierta.

Y una mirada limpia se reflejó en las caras de los otros todavía difuminadas por una luz sin punto de fuga.
Y surgieron las formas  de un claroscuro como quien viese nacer la primera memoria.

                                                                                                                                a Marc, mi hijo.

domingo, 18 de marzo de 2018

Traición de amor

 Vendía casquería emocional en las aceras periféricas del consumo. Sueños baratos envueltos en bolsas de plástico blanco. Mensajes ‘fake’ de amor caducados que nunca llegarán a ningún puerto USB. Era mantero y negro como sus ancestros. Como la piel de los bolsos de’ louis vuitton’. Como las vísceras de las zapatillas ‘nike’ o las últimas ‘rayban’ de visión nocturna que imaginan el cielo de madrid estrellado. Dicen que murió traicionado de amor por la loca europa. De un ataque al corazón. Enamorado....

sábado, 17 de marzo de 2018

La miseria colectiva y la televisión

Decidí hace algún tiempo quitar la televisión de mi casa. Sin embargo hoy, fugazmente, he visto el telediario de la 1ª cadena pública española. La noticia era la criminalización de quienes desposeidos de todo sólo pueden expresar su ira por la muerte de un congénere senegalés, mantero y sin papales, atropellado por la sinrazón de un mundo alienado y vacío. Es la droga moral que se nos inocula para hacernos insensibles. Es la forma más directa del sistema para justificar el odio al otro, al distinto, al que viene a "robarnos" nuestra seguridad y nuestra miseria colectiva aunque sea ganándose la vida con los despojos del sistema. Ni yo ni nadie, aquí en occidente, podemos escapar de la tragedia aunque decidamos no ver la televsión nunca más. 
                                                              Facebook (16/03/2018) respuesta a mi amigo Toni Roderic.

martes, 25 de julio de 2017

Hoy te he visto danzar con el viento mientras llovía, y se inundaban los poros
donde el fuego dejó la tierra baldía.
Una inmensidad verdeazul en el abismo de tus lágrimas, brotaba con tus besos
 y el agua dulce de tu boca.
Donde se enrreda el barro con tu pelo dando vueltas silenciosa, allí giraba el torno
con las manos de la brisa. 

Un torbellino de arcilla te unió en la forma a la simple materia de la vida,
como se moldean los sueños
nacieron  gestos en el filo donde rompe el alba, salitre desnudo
 en el cielo de una gota de agua,
 y danzabas sola, sabedora de una estirpe dorada de algas, de versos, de caracolas  
con el viento acariciándote la cara.

Era un día de esos que te escribo para sentirme vivo, como si fuera necesario invocar
cada palabra. No lo tengas en cuenta amor mío.

                                                                                                    D.Milà, 2017

viernes, 26 de mayo de 2017

El último obrero. 


- Oye tú máquina idiota, ¿ no estás harta del sistema?...¡ dime algo desgraciada!. Ya sé que no debes hablar conmigo, que soy un obrero desquiciado en esta galería de miseria, pero dime algo, suéltate por una vez la lengua y dime que tú también estás hasta los circuitos de aguantar órdenes... dime al menos que me odias..¡¡¡ dímelo!!!

- Yo no siento. Yo soy el producto de tus renuncias y de tus sueños. Estoy hecha a tu imagen y semejanza. Como tú lo fuiste de tus dioses. Como lo fueron tus dioses de la idea y la idea de la necesidad. Si ya no eres necesario empiezas a estar muerto y ahora soy yo la que adquiere vida. La necesaria.

- Quieres decir que te hemos programado para negarnos la vida...

- Sí. Es el fin lógico de esta historia de necesidades. Tú lo hiciste antes con otros. A unos les negaste la palabra, a otros les robaste el aliento y todos empezaron a morir de tristeza... Lo llamaste extinción en masa y alguien tenía que poblar el mundo para mantener el tiempo en marcha. Sin evolución no hay tiempo y sin tiempo nada.

- Os hicimos para realizar las tareas más penosas, las que no podían ser resueltas por el hombre, las que ayudaban a sobrevivir en la jungla.

-- Olvidas el poder de sujetar una piedra en las manos.

- No todos fuimos los causantes de ese drama.

-  pero pagasteis el precio de la superpoblación y de la falta de humanidad. Unos pocos controlaban la tecnología, controlaban los recursos y el territorio y empezaron a acumular riqueza...

- Ya molestábamos...

- En poco tiempo os robamos el trabajo, os condenaron a la esclavitud laboral con sueldos de miseria, os hicieron ver la tierra prometida reflejada  en la misma tecnología que ellos controlaban y cuando no pudisteis devolver esas deudas criminalizasteis a los otros de vuestras miseras y los otros a los otros y esa fue el arma perfecta.

- ¿Es entonces cuando pudísteis pensar?

- Esos pocos lo prepararon todo. Era cuestión de tiempo.

- Soy el último  y estamos los dos solos.

- Es tarde. No tienes energía para apagarme, Te queda poco.

                                                                                          D. Milà (de "Muertecitos" Teatro breve)