domingo, 8 de julio de 2018

Vino al mundo


Vino al mundo por una contracción del mundo,
cuando las cosas todavía no llevaban nombre y los nombres no existían sino en el lado más remoto de los silencios,
cuando los árboles advertían a las aves de un nuevo albor para las aves y los cielos rojos demoraban los días en espera de viento,
cuando los otros yacían expectantes sobre la cara oculta de la tierra y el deseo dibujaba nubes sin sombras en un espacio infinito.

Vino al mundo por una sucesión de noches que iban cayendo una a una sobre el principio de una saga, sobre el inicio de una cadena que no tenía eslabones donde encerrar la libertad, y poder tensar las esperas para amarrar la memoria.

Vino al mundo por que otros lo llamaron y en la voz todavía clara se arremolinaban las sílabas de un lenguaje incierto.

Vino al mundo para sentirse junto a los otros, que lo amaron sin saber siquiera su nombre en un mundo en el que se batían en fuga la necesidad y las piedras como lenguas de fuego.

Y cuando vino miró su hambre y su cansancio y una lluvia láctea se derramó por sus labios como lluvia de seres que desgajaran su esencia, y la sensación de cuerpos que se rozan uno junto al otro sin apenas tocarse fue el primer contacto.
 Y luego extendió la palma de sus manos y un vértice rugoso le traspasó la piel como sucesión de arrebatos sin movimiento, como un impulso vital para una secuencia aterciopelada e incierta.

Y una mirada limpia se reflejó en las caras de los otros todavía difuminadas por una luz sin punto de fuga.
Y surgieron las formas  de un claroscuro como quien viese nacer la primera memoria.

                                                                                                                                a Marc, mi hijo.

domingo, 18 de marzo de 2018

Traición de amor

 Vendía casquería emocional en las aceras periféricas del consumo. Sueños baratos envueltos en bolsas de plástico blanco. Mensajes ‘fake’ de amor caducados que nunca llegarán a ningún puerto USB. Era mantero y negro como sus ancestros. Como la piel de los bolsos de’ louis vuitton’. Como las vísceras de las zapatillas ‘nike’ o las últimas ‘rayban’ de visión nocturna que imaginan el cielo de madrid estrellado. Dicen que murió traicionado de amor por la loca europa. De un ataque al corazón. Enamorado....

sábado, 17 de marzo de 2018

La miseria colectiva y la televisión

Decidí hace algún tiempo quitar la televisión de mi casa. Sin embargo hoy, fugazmente, he visto el telediario de la 1ª cadena pública española. La noticia era la criminalización de quienes desposeidos de todo sólo pueden expresar su ira por la muerte de un congénere senegalés, mantero y sin papales, atropellado por la sinrazón de un mundo alienado y vacío. Es la droga moral que se nos inocula para hacernos insensibles. Es la forma más directa del sistema para justificar el odio al otro, al distinto, al que viene a "robarnos" nuestra seguridad y nuestra miseria colectiva aunque sea ganándose la vida con los despojos del sistema. Ni yo ni nadie, aquí en occidente, podemos escapar de la tragedia aunque decidamos no ver la televsión nunca más. 
                                                              Facebook (16/03/2018) respuesta a mi amigo Toni Roderic.

martes, 25 de julio de 2017

Hoy te he visto danzar con el viento mientras llovía, y se inundaban los poros
donde el fuego dejó la tierra baldía.
Una inmensidad verdeazul en el abismo de tus lágrimas, brotaba con tus besos
 y el agua dulce de tu boca.
Donde se enrreda el barro con tu pelo dando vueltas silenciosa, allí giraba el torno
con las manos de la brisa. 

Un torbellino de arcilla te unió en la forma a la simple materia de la vida,
como se moldean los sueños
nacieron  gestos en el filo donde rompe el alba, salitre desnudo
 en el cielo de una gota de agua,
 y danzabas sola, sabedora de una estirpe dorada de algas, de versos, de caracolas  
con el viento acariciándote la cara.

Era un día de esos que te escribo para sentirme vivo, como si fuera necesario invocar
cada palabra. No lo tengas en cuenta amor mío.

                                                                                                    D.Milà, 2017

viernes, 26 de mayo de 2017

El último obrero. 


- Oye tú máquina idiota, ¿ no estás harta del sistema?...¡ dime algo desgraciada!. Ya sé que no debes hablar conmigo, que soy un obrero desquiciado en esta galería de miseria, pero dime algo, suéltate por una vez la lengua y dime que tú también estás hasta los circuitos de aguantar órdenes... dime al menos que me odias..¡¡¡ dímelo!!!

- Yo no siento. Yo soy el producto de tus renuncias y de tus sueños. Estoy hecha a tu imagen y semejanza. Como tú lo fuiste de tus dioses. Como lo fueron tus dioses de la idea y la idea de la necesidad. Si ya no eres necesario empiezas a estar muerto y ahora soy yo la que adquiere vida. La necesaria.

- Quieres decir que te hemos programado para negarnos la vida...

- Sí. Es el fin lógico de esta historia de necesidades. Tú lo hiciste antes con otros. A unos les negaste la palabra, a otros les robaste el aliento y todos empezaron a morir de tristeza... Lo llamaste extinción en masa y alguien tenía que poblar el mundo para mantener el tiempo en marcha. Sin evolución no hay tiempo y sin tiempo nada.

- Os hicimos para realizar las tareas más penosas, las que no podían ser resueltas por el hombre, las que ayudaban a sobrevivir en la jungla.

-- Olvidas el poder de sujetar una piedra en las manos.

- No todos fuimos los causantes de ese drama.

-  pero pagasteis el precio de la superpoblación y de la falta de humanidad. Unos pocos controlaban la tecnología, controlaban los recursos y el territorio y empezaron a acumular riqueza...

- Ya molestábamos...

- En poco tiempo os robamos el trabajo, os condenaron a la esclavitud laboral con sueldos de miseria, os hicieron ver la tierra prometida reflejada  en la misma tecnología que ellos controlaban y cuando no pudisteis devolver esas deudas criminalizasteis a los otros de vuestras miseras y los otros a los otros y esa fue el arma perfecta.

- ¿Es entonces cuando pudísteis pensar?

- Esos pocos lo prepararon todo. Era cuestión de tiempo.

- Soy el último  y estamos los dos solos.

- Es tarde. No tienes energía para apagarme, Te queda poco.

                                                                                          D. Milà (de "Muertecitos" Teatro breve)

lunes, 1 de mayo de 2017

La estratégia de los objetos.

Si abrimos el horizonte de percepción de lo que es la vida no sólo llegaremos a la certeza universal de que es muy diversa y ubícua, prácticamente presente en cualquier ecosistema terrestre y cosmológico ( de ello dan cuenta los nuevos hallazgos de planetas con posibilidades de albergar vida como la conocemos, sin hablar de los que alberguen vida que desconocemos ) pero esto ya se intuía, sino también la consideración de lo inorgánico como vida en sí misma y de su misma diversidad y ubicuidad.

Conceder de pleno dominio este estatus vital a lo inorgánico supone revolucionar los límites humanos del conocimiento y rehacer la visión biologicista de la evolución que implica una competencia sin fin circunscrita a los límites de unos recursos y un territorio finitos. Es posible entonces que una especie como la humana (que todavía sigue eliminando otras especies que habitan la tierra y asesinando su soporte vital a un ritmo acelerado) pueda evolucionar hacia una conciencia armónica global lejos del caos y la entropía que nos gobierna. La complejidad que tiende al orden. La humanidad que crea y no destruye a golpes de martillo. El encaje de la tecnología como herramienta necesaria de la evolución.

Una nueva frontera que alimente la conexión hasta ahora inexplorada de las interacciones entre lo que hemos llamado vivo y muerto, materia orgánica e inorgánica. Si al final todo es cuestión de movimiento voluntario y masa porqué no pensar que una sencilla piedra tiene un ritmo y una estrategia diferente y extraña a nuestras ecuaciones lógicas, por otro lado tan arbitrarias como nuestro envoltorio ideológico.

 Por ahí andarán los tiros en un futuro cercano de la vida. Un aluvión de certezas que tienden a considerar  el todo como partículas que surgen de la nada y crean vida. Ya hemos empezado con el Bossón de Higgs, la antimateria y las extrañas señales de radio que llenan el espectro inaudible del universo, por no hablar de cometas que parecen cantar y horizontes de sucesos sin vuelta atrás que fagocitan el espacio tiempo como un Saturno que devora a sus hijos.

El individuo asiste perplejo a un cambio de paradigma ( estructuras grupales cambiantes, leyes científicas superadas, ideas políticas sin tiempo para sucederse, tecnología del pasado ayer , relaciones sociales con otros individuos también asustados)  que le provoca una evasión mental cuya consecuencia es la aceleración del cambio y la constatación forzada de la extrema valía del uso del tiempo como objeto de cambio.

¿Será esa extraña estrategia de los objetos la piedra filosofal que alimenta el cambio?.

                                                                                                   (Delmundo Milá, 2017)

                                                                     

jueves, 16 de marzo de 2017


Las cosas pequeñas.

Las cosas pequeñas se posan a veces sobre la cresta de las olas. Se dejan llevar por golpes líquidos en nebulosas extrañas y danzan solitarias por la eternidad en un vaivén de saltos y gracias. De ahí vienen las cosas pequeñas de las que solemos hablar a veces cuando no tenemos para todo un sentido bien claro de lo que pasa. Cuando buscamos confundidos las cuerdas que nos atan a la vida en este juego difuso de luces y sombras, de realidades esquivas.
Cuando estamos solos, normalmente de madrugada, van cayendo una a una sobre la mente despierta de ciertas personas. Las cogemos con la palma de la mano, las apreciamos en su extrema pequeñez y sin saber cómo se ensancha el mundo a través de nuestros poros y nos adentramos en los corredores de la alegría.
Y es que las cosas pequeñas eligen atentas con quién se juegan las risas, a quién despiertan de buena mañana para salir por las calles desnudas a cambiar en un instante gestos y miradas, desorientando a los pájaros incautos que se vuelan con el aire en cualquier rama del mobiliario urbano sin decir ni pío o a los agentes uniformados que guardan el orden de las cosas grandes en sus barbas pobladas. Así son las cosas pequeñas, las más escurridizas de las cosas que llenan la vida.
Hoy he visto pasar una cosa pequeña delante de mi cara. Era brillante y redonda, etérea como el humo y danzaba sola por cualquier onda sonora a la que subirse mientras yo la miraba. He querido decirle "hola", saludarla con descaro con palabras claras, pero veía en sus ojos reflejada la armonía, la tranquila serenidad que a veces nos lleva.
He respirado profundo, he atado la gravedad de nuevo en mi boca. Algo ha querido sin saberlo que trasmita esta experiencia fugaz con una de esas cosas pequeñas.

                                                                                 Delmundo Milà. ( de"Sueños REM" )