La estratégia de los objetos.
Si abrimos el horizonte de percepción de lo que es la vida
no sólo llegaremos a la certeza universal de que es muy diversa y ubícua,
prácticamente presente en cualquier ecosistema terrestre y cosmológico ( de
ello dan cuenta los nuevos hallazgos de planetas con posibilidades de albergar
vida como la conocemos, sin hablar de los que alberguen vida que desconocemos )
pero esto ya se intuía, sino también la consideración de lo inorgánico como
vida en sí misma y de su misma diversidad y ubicuidad.
Conceder de pleno dominio este estatus vital a lo inorgánico
supone revolucionar los límites humanos del conocimiento y rehacer la visión
biologicista de la evolución que implica una competencia sin fin circunscrita a
los límites de unos recursos y un territorio finitos. Es posible entonces que
una especie como la humana (que todavía sigue eliminando otras especies que habitan
la tierra y asesinando su soporte vital a un ritmo acelerado) pueda evolucionar
hacia una conciencia armónica global lejos del caos y la entropía que nos gobierna.
La complejidad que tiende al orden. La humanidad que crea y no destruye a
golpes de martillo. El encaje de la tecnología como herramienta necesaria de la
evolución.
Una nueva frontera que alimente la conexión hasta ahora
inexplorada de las interacciones entre lo que hemos llamado vivo y muerto,
materia orgánica e inorgánica. Si al final todo es cuestión de movimiento
voluntario y masa porqué no pensar que una sencilla piedra tiene un ritmo y una
estrategia diferente y extraña a nuestras ecuaciones lógicas, por otro lado tan
arbitrarias como nuestro envoltorio ideológico.
Por ahí andarán los tiros en un
futuro cercano de la vida. Un aluvión de certezas que tienden a considerar el todo como partículas que surgen de la nada
y crean vida. Ya hemos empezado con el Bossón de Higgs, la antimateria y las
extrañas señales de radio que llenan el espectro inaudible del universo, por no
hablar de cometas que parecen cantar y horizontes de sucesos sin vuelta atrás
que fagocitan el espacio tiempo como un Saturno que devora a sus hijos.
El individuo asiste perplejo a un cambio de paradigma ( estructuras
grupales cambiantes, leyes científicas superadas, ideas políticas sin tiempo
para sucederse, tecnología del pasado ayer , relaciones sociales con otros individuos
también asustados) que le provoca una
evasión mental cuya consecuencia es la aceleración del cambio y la constatación
forzada de la extrema valía del uso del tiempo como objeto de cambio.
¿Será esa extraña estrategia de los objetos la piedra filosofal que
alimenta el cambio?.
(Delmundo Milá, 2017)