jueves, 1 de marzo de 2012

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"Big Rip"            

Ayer no era consciente de mi destino. Aunque feliz en los andares, recorría caminos llamados a la implosión. A un eterno desandar de lo vivido. A un gran cataclismo cósmico que nos lanzaría por los túneles del estreñimiento espacio-temporal dejándonos tan vacíos como la materia de la que estan hechos nuestros sueños.
Yo era un ferviente seguidor del Big Crunch (ver artículo del 2008 en este mismo blog). Un acólito sectario maravillado por el reino de la implosión. Casi un hincha planetario en la redondez de mi concepción universal. Alguien que estaba dispuesto a partirse el alma por defender a ultranza la teoría sobre el final del universo.
Sin embargo ahora, una crisis estructural me zozobra la materia oscura del cerebro y me deja con el centro de gravedad sensorial tirado por los suelos.
Resulta que según ciertos cálculos matemáticos y las nuevas investigaciones cosmológicas, el universo se aleja de si mismo con tanta rapidez como nosotros lo hacemos de los antidisturbios. La maravilla es conocida como el Big Rip, algo que tiene nombre de medicamento contra la gripe, de panacea antivírica, de soledad sin fín.
De ser cierto ya no moriremos todos juntos, desandando lo recorrido en un mundo inverso que nos lleve a las fuentes de la materia, contraídos en un útero conmocionado y caliente cual sopa primordial de materia y energía. Moriremos más solos que la una, desgarrándonos la memoria como auto-caníbales o gigantescos saturnos devorados por unas neuronas asesinas en un desquiciado baile de mordiscos y pensamientos alienados. Solos y anchos. Pasando del sueño constreñido de un universo de verano a la pesadilla fria de un mundo inflaccionario después de navidad. Solos y fríos. Acojonados.

                                                                                                            Delmundo Milà.